miércoles, 25 de marzo de 2015

Lo mejor



Fue uno de esos días en el que el Universo estaba caprichoso, cuando sus destinos se cruzaron. Los planetas se habían alineado y todo estaba conjugado al más mínimo detalle para que el encuentro se produjera. Sin saberlo se necesitaban, se esperaban y se presentían.

En esa cuerda invisible que nos une a las personas que se van cruzando en nuestros caminos, se colgaron la una de la otra, atadas, anudadas tan fuerte que a veces les dolía. Tal fue la conexión, que se convirtieron en un lado derecho y un lado izquierdo.

Compartieron botellas de vino, música, sueños y realidades, balcones y ventanas, el traqueteo de un tren, noches eternas de fiesta, atardeceres interminables y amaneceres fríos, cálidos y borrosos. Lloraron por las risas y también por las penas, las pérdidas y las alegrías, y estuvieron juntas en la salud y en la enfermedad, compartiendo frustraciones, éxitos y derrotas. Vacaciones emocionales y en avión, lejos y cerca, solas y en compañía. Atravesaron hombro con hombro ventiscas y huracanes, cruzaron de la mano desiertos y hasta el mismo infierno hubieran bajado la una por la otra.

Solo un monosílabo era suficiente para reconocer sus penas o dolores, solo una mirada cómplice valía para decir muchas cosas y un suspiro para decirlo todo. La empatía era tal que si a una le dolía a la otra también, y con espadas, con los puños o con uñas y dientes se defendían, y se curaban las heridas que les dejaban los roces de la vida. La complicidad era fácil, espontánea y de verdad, atada con un nudo fuerte a base de confianza, de cariño, de sentimientos, secretos inconfesables, solo reservados para las dos aunque eran solo una, un lado derecho y un lado izquierdo.

La una no era sin la otra, y crecieron, evolucionaron, buscaron y perdieron, pero encontraron lo mejor, sus mutuas compañías y momentos, lugares, canciones y anécdotas, desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, recuerdos imborrables de toda una trayectoria vital.

Y el final llegó, pero ni siquiera cuando cruzaron las oscuras cortinas de la muerte se olvidaron la una de la otra, compañeras de vida en lo bueno y en lo malo, y sus almas se buscaron y se encontraron, porque ni la misma parca pudo separar lo que el Universo había unido.

Para Hiurma.

Licencia Creative Commons
Relato: "Lo mejor". por María Vanessa López Torrente se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Basada en una obra en relatosdelacolmena.blogspot.com.es.

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