lunes, 9 de septiembre de 2019

El discurso


Hoy me desperté sobresaltada, soñaba que era el día y que me había dormido, será porque faltan exactamente nueve días y tengo los nervios de los nervios.

Me levanté destartalada, con una enorme pesadez en la mandíbula y en los ojos, dormí demasiado, y eso significaba pasar el día en el aire; a mi cerebro no le sienta bien dormir más de la cuenta. Aún así hice lo de siempre, lavarme la cara y abrir las cortinas del cuarto, deslizar el cristal de la ventana, asomarme y mirar al cielo para predecir el tiempo y darle un repaso a la calle de derecha a izquierda, con los ojos chicos deslumbrados por las primeras luces del día. Desde mi ubicación puedo ver una parte de la avenida, que en esta época del año está cubierta por un manto de flores rojas de los framboyanos que la recorren entera, plantados muy cerca los unos de los otros. Altos y robustos, con su intimidad, la intimidad de los árboles, dejando entre sus ramas una ínfima separación que apenas se aprecia sino miras detenidamente; es de admirar el respeto que existe entre ellos.

Después del ritual mañanero fui a la cocina a prepararme el desayuno y mientras se hacia el café, me sobresaltó la alarma del despertador que me recordó de sopetón y con gran pereza, la cita que tenía ese día. Había quedado con una amiga para darle un fondo elegante a mi armario, bueno más bien un fondo en general, no tengo mucho dónde elegir, detesto ir de compras y la moda, pero no tengo más remedio.

A pesar de que no me había levantado con buen pie, me hacia ilusión elegir el vestuario para uno de los días más importante de mi vida, y también para creérmelo del todo. Han pasado meses desde mi nominación al premio y todavía sigo sorprendida. En ningún momento de mi larga carrera profesional, me planteé que valorarán mi creatividad públicamente, que le pusieran cara y voz a todas esas obras que llevan un pedazo de mi y de las personas que forman o han formado parte de mi vida.
En cuánto a las compras, encontré algo que siempre había querido tener, un traje de chaqueta y pantalón, negro, ceñido, para mi gusto elegante, y una corbata, que a pesar de la negativa de mi consejera en moda a que me lo comprara, me lo probé y supero mis expectativas, no tenía que buscar más. En lo único que cedí fue en le color de la corbata: roja, para que hiciera juego con mis mejillas. Una cosa menos de la que preocuparme.

He tenido mucho tiempo para pensar en ello, en cómo me voy a sentir tanto si gano como si pierdo, en cuál será mi reacción; en si me sentiré merecedora si gano, en las caras de mis seres queridos que me acompañarán en tan glorioso día, y un sin fin de cosas, algunas más extravagantes que otras.

Nunca he vivido algo así, y he de reconocer que no gestionó bien esto del reconocimiento público, pero no porque crea que no me lo merezca (aunque todo siempre se puede hacer mejor), supongo que será porque no me gusta ser el centro de atención, y todo viene por un trauma de la infancia. En preescolar tenía una maestra que en el día de tu cumpleaños te sacaba delante de tus compañeros, con toda su buena intención, y te cantaban el cumpleaños feliz, y justo el día que me toco a mi, me sentía un poco mal del estómago, y al levantarme y ponerme delante de toda la clase se me aflojo una tripa y me cagué encima. Pase tanta vergüenza a la par que emoción, que me eche a llorar sin consuelo, y desde ese momento esto de exponerme en público me trae recuerdos de mierda.

Con respecto a lo profesional he conseguido todo lo que me he propuesto, peleando con uñas, dientes y cerebro, superando barreras que disimuladamente me han puesto en el camino, pero he resistido: y aquí estoy con una nominación en las manos. He pasado por diversas escuelas superiores, municipales y privadas, nueve años de mi vida estudiando, y moriré estudiando, aunque me considero afortunada, no me pesa, por dedicarme al cien por cien a lo que me gusta, a lo que me ha apasionado toda mi vida. Pero nunca se me había pasado por la cabeza que en algún lugar de este planeta podría haber alguien  pensando en mi, en mi trabajo, en mi trayectoria profesional, en mi vida, y a pesar de que miro el sobre y leo el comunicado todos los días, me cuesta creérmelo.

Lo único que me falta es lo más importante para mi: el discurso de agradecimiento. Lo he escrito y reescrito, le he dedicado mucho tiempo, y ya di con el conjunto de palabras correctas.

...” Antes que nada quiero agradecer a todos aquellos que han decidido valorar mi creatividad y esfuerzo, los cuales están impregnados por todas las personas de mi vida, que de alguna manera me han inspirado y acompañado en el camino, y que espero que lo sigan haciendo, así que este premio también es para ellos…Para terminar quiero dedicar este honor a la música...Supongo que todo comenzó mientras iba en mi primer vehículo, siempre acompañada de ese ritmo dinámico, organizado y repetitivo de los latidos de mi madre, y esa música me bajo por la garganta, y la necesidad del ritmo se me quedo para siempre...No recuerdo un momento de mi vida en el que la música no estuviera presente, creando un pasado, recordándome momentos, personas y sentimientos. Todo en mi existencia ha girado en torno a ella; la música de mis amores, de mis amigos, de mi familia,de mis recuerdos, conforman la banda sonora de mi vida...Y ha sido un inmenso placer para mi poder dedicarme a ella, a su creación y transformación, a componer y descomponer sus notas y a sentir sus caricias hasta el punto de poner todo el vello de mi cuerpo de punta...Y me enorgullece poder regalársela a ustedes, al mundo y que perdure en el tiempo, aún cuando yo no este...Muchas gracias”…

Ahora a soportar la corta espera.


                                         
                                                                                  ..."La música nos revela la esencia intima
                                                                                      del mundo, a través de los ritmos, la
                                                                                      sabiduría más profunda, y nos habla en
                                                                                      una lengua que la razón no comprende.
                                                                                      La música es la más metafísica de las
                                                                                      artes, ya que mientras las otras artes
                                                                                      nos hablan de sombras, la música nos
                                                                                      nos habla del ser"...
                                                                                                                         SCHOPENHAUER
                                                   

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